martes, 9 de octubre de 2012

En un bar porteño…



La señora que parece hombre por como se mueve saluda al de la barra con un apretón de manos, ese apretón interrumpe su constante y nervioso movimiento de manos para acomodarse el pelo.
Pelo alborotado, con rulos.
Pide lo de siempre y el de la barra, sin tardar ni tres segundos, le sirve un whisky con hielo. Ella saca sus lentes del bolso después del primer, y apurado, sorbo y lee atenta el diario que encontró sobre la barra.
Enseguida llega alguien que la conoce. Un (casi) pelado, canoso que también conoce al de la barra y lo saluda con otro apretón de manos.
Marcha whisky con hielo para el recién llegado, esta vez ni siquiera se lo pidió.
No parecen ser pareja, ni amigos, aunque a ella se le vieron los dientes atrás de la sonrisa cuando el llegó.

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