La señora que parece hombre por como se mueve saluda al de
la barra con un apretón de manos, ese apretón interrumpe su constante y
nervioso movimiento de manos para acomodarse el pelo.
Pelo alborotado, con rulos.
Pide lo de siempre y el de la barra, sin tardar ni tres
segundos, le sirve un whisky con hielo. Ella saca sus lentes del bolso después
del primer, y apurado, sorbo y lee atenta el diario que encontró sobre la
barra.
Enseguida llega alguien que la conoce. Un (casi) pelado,
canoso que también conoce al de la barra y lo saluda con otro apretón de manos.
Marcha whisky con hielo para el recién llegado, esta vez ni
siquiera se lo pidió.
No parecen ser pareja, ni amigos, aunque a ella se le vieron
los dientes atrás de la sonrisa cuando el llegó.
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