jueves, 31 de mayo de 2012

La libertad es la fuerza que inmuniza el alma de todo cuerpo lleno de energía rompiendo todas las cadenas que lastiman su inocencia.....

El mismo recorrido, pero distinto...



Desde la parada en la estación de trenes y colectivos de una ciudad del conurbano, hasta la universidad más cercana de la misma ciudad.
Como en todo centro de ciudad, los transportes suelen tener mucha frecuencia, por lo que unos pocos minutos de espera alcanzan para subir, pagar el boleto, buscar un asiento de la mitad para atrás para evitar pararse en caso de abuela, embarazada o símiles. Frecuentemente hay lugar, varios asientos vacios, aunque puede pasar que por algún motivo se acumule gente y haga que esto no suceda.
Una vez arriba, uno se sienta, mira por la ventana, guarda las monedas, juguetea con el celular, escucha música, habla con el de al lado (si lo conoce), inclusive puede ver la misma gente que ayer, antes de ayer, antes de antes de ayer, mañana, pasado mañana, etc. Así todo, uno no inicia conversación con desconocidos.
En cuanto al colectivero, hay de lo más variado. Esta el señor respetuoso que espera a que todos subamos para arrancar, hay de los que aceleran al grito de “arriba!” sin importar las cinco bolsas de supermercado que está tratando de subir el señor, o la señora con bastón que no llega a levantar la pata lo suficiente para enganchar el nuevo escalón, está también el que se encontró con algún amigo, amiga, fatto, etc y van charlando tranqui, existe tambien el que le está explicando a un chofer novato como se pone el precio, en moneda, en sube y como es el recorrido.
Compañeros de viaje: Las TIC y los momentos de viaje son íntimos. Ipod, Mp3, Celulares, etc, todos son buenos compañeros para un rato de transporte público. Dependiendo las épocas del año hay fotocopias para leer, libros, manuales, cuadernos, apuntes, etc.
Además de todo eso, hay interacción y es ahí cuando se pone interesante. Cuando se dan encuentros fortuito s. No es lo mismo cruzar a alguien en la calle, caminando, apurado, que en el colectivo. La situación obliga a intercambiar palabras, a acercarse a otro, a reconocer interlocutores en una conversación que no necesariamente cuenta con interés de las dos partes, pero de repente da la posibilidad de abrir el panorama.
Seguro, pero seguro, que no es casualidad.