Siempre ir a la ciudad es algo q me moviliza, por distintos motivos, pero suele ser especial.
Esta vez, el motivo es un reencuentro con amigos del viaje a México. Alejo, Andrea y Diego y por supuesto mi amigo Leo.
Después de un ratito d esperar el semirapido, medio más rápido y mas cómodo (pasa por la puerta d mi casa) para llegar a la gran ciudad, me di cuenta que por ser feriado nunca iba a pasar, situación que me obligo a caminar hasta la estación y tomarme el histórico 22.
El 22 es un colectivo que hace un recorrido que me encanta. Es como ir paseando a capital, sin autopista, pasando por el casco histórico de San Telmo, por la Casa Rosada, y terminando en Retiro, lugar que me gusta mucho también pq suele ser el punto de partida de muchas aventuras.
Habíamos elegido un día movilizador en si mismo para la juntada, no por nada en especial, pero definimos hacerlo el sábado 24 de marzo, día d la memoria. Para los argentinos es un dia muy….un dia muy….no se q palabra lo define exactamente, pero un dia por lo menos muy especial. Recuerdo y reflexión, memoria y bronca, muchos sentimientos encontrados….y la gente se reúne en Plaza de Mayo para dejar muy claro que “nunca más”. Este sábado que yo me acerco a la ciudad para una juntada, me encuentro con la manifestación en Plaza de Mayo, claro, eran las 10 de la noche, podía suponer que ya se había desconcentrado, pero no….lo q creo q fue una señal, ya que amague varias veces con ir y por un motivo u otro no lo hice….bueno ahora, estaba de paso, pero estaba ahí…
El 22 me dejo en Plaza de Mayo, ya que tenia q tomar el subte y pensé que sería bueno tomarlo desde el principio así me sentaba, pero no pensé en la manifestación…
Llego a la Plaza, y ya desde Casa Rosada había vallas y todo cerrado por policías, me acerco y le pregunto a uno de ellos si me permitía pasar, que iba a tomar el subte, y después de varios no y varias insistencias de mi parte, se acerco otra chica en la misma situación. Uno de los policías, un chico joven, nos explico que, aunque nos dejaran pasar, la plaza estaba cortada a la mitad por lo que igualmente no íbamos a poder tomar el subte y nos explico como llegar por otra calle. Agradecimos, y con la chica (de quien nunca supe el nombre pero a partir de ahora le voy a poner Sabrina) caminamos hasta la boca del subte de la línea D, en Catedral, o sea en frente de la Plaza.
Sabrina me conto en el camino que venía de trabajar, que es peluquera y trabaja en Puerto Madero, y que ahora iba a Caballito, además me dijo que había acompañado a una amiga hasta la parada del colectivo y ella prefería el subte pero de haber sabido se iba con ella en el colectivo.
Sabri tenía miedo de cada persona en cada esquina, ese síndrome capital no me gusta para nada, no solo no me gusta, sino que me molesta.
Llegamos a la boca del subte, y claramente estaba cerrada, ya que arriba había muuuuucha gente, agrupaciones, banderas y pirotecnia, y conociendo el destino de algunas instalaciones durante las manifestaciones, los del subte cerraron las bocas.
Caminamos hasta el correo, para tomar la línea B. Sabri estaba más perdida que yo, lo que ya es mucho. Subimos al subte, finalmente, y seguimos conversando en el camino, le indique como hacer la combinación con la línea A y me termino diciendo que vaya a hacerme color o a cortarme el pelo a su peluquería, a lo que mi respuesta fue “una peluquería en Puerto Madero me va a arrancar la cabeza” y su respuesta fue “No pasa nada, decís que sos amiga mía”…esas cosas que solo pasan de vacaciones.
En Diagonal Norte, Sabri se bajo, nos despedimos como amigas nuevas y cada una siguió su camino. Después de dos estaciones más, me di cuenta que yo también debería haberme bajado con ella, por lo que tuve que bajar del subte y retomar para el otro lado.
Después de la combinación fallida, de un rato más en subte, y de varios mensajes de texto de mis amigos para ver donde estaba, baje en Plaza Italia. Salgo caminando y a la primer persona que le pregunto donde era la calle Borges, me responde “noooo, por aca no es”, pero lo ignore porque supe que no tenía razón. Afuera del subte, le consulto a quienes siempre saben de calles y de ubicación, un diariero. Gracias a él, llegue a la calle que buscaba y en el camino cruce a un hincha de Quilmes, con la camiseta de Quilmes en pleno Palermo, me pareció un genio, me hizo sentir en casa, obviamente compartí un “aguante Quilmes” y segui caminando, al grito de “Veni Doña que te regalo la camiseta”…..esas cosas que solo pasan de vacaciones.
Finalmente llegue a la casa de comida mexicana que iba a alojar nuestro reencuentro, dos horas tarde, pero me esperaban para comer…esos son amigos, de los que uno conoce en las vacaciones.