Desde la parada en
la estación de trenes y colectivos de una ciudad del conurbano,
hasta la universidad más cercana de la misma ciudad.
Como en todo centro
de ciudad, los transportes suelen tener mucha frecuencia, por lo que
unos pocos minutos de espera alcanzan para subir, pagar el boleto,
buscar un asiento de la mitad para atrás para evitar pararse en caso
de abuela, embarazada o símiles. Frecuentemente hay lugar, varios
asientos vacios, aunque puede pasar que por algún motivo se acumule
gente y haga que esto no suceda.
Una vez arriba, uno
se sienta, mira por la ventana, guarda las monedas, juguetea con el
celular, escucha música, habla con el de al lado (si lo conoce),
inclusive puede ver la misma gente que ayer, antes de ayer, antes de
antes de ayer, mañana, pasado mañana, etc. Así todo, uno no inicia
conversación con desconocidos.
En cuanto al
colectivero, hay de lo más variado. Esta el señor respetuoso que
espera a que todos subamos para arrancar, hay de los que aceleran al
grito de “arriba!” sin importar las cinco bolsas de supermercado
que está tratando de subir el señor, o la señora con bastón que
no llega a levantar la pata lo suficiente para enganchar el nuevo
escalón, está también el que se encontró con algún amigo, amiga,
fatto, etc y van charlando tranqui, existe tambien el que le está
explicando a un chofer novato como se pone el precio, en moneda, en
sube y como es el recorrido.
Compañeros de
viaje: Las TIC y los momentos de viaje son íntimos. Ipod, Mp3,
Celulares, etc, todos son buenos compañeros para un rato de
transporte público. Dependiendo las épocas del año hay fotocopias
para leer, libros, manuales, cuadernos, apuntes, etc.
Además de todo eso,
hay interacción y es ahí cuando se pone interesante. Cuando se
dan encuentros fortuito s. No es lo mismo cruzar a alguien en la
calle, caminando, apurado, que en el colectivo. La situación obliga
a intercambiar palabras, a acercarse a otro, a reconocer
interlocutores en una conversación que no necesariamente cuenta con
interés de las dos partes, pero de repente da la posibilidad de
abrir el panorama.
Seguro, pero seguro,
que no es casualidad.
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